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  • Foto del escritorPamela Lagos

Criar en tribu

Este mes Gina, la señora que nos ayuda con Amelia –llegó a nuestra casa cuando ella tenía tres meses- se tomó cuatro semanas de vacaciones. Era todo un desafío. Si bien cuando salgo a trabajar mi mamá o mi tía tratan de pasar a ver a Amelia, es Gina quién maneja los horarios, ritmos y nos permite a Pipe y a mi concentrarnos en el trabajo.


Teníamos todo muy bien planeado, como yo tengo horarios más flexibles me había dejado mucho tiempo libre. Iba a aprovechar de hacer todas esas cosas que uno jura que tendrá tiempo de hacer en la casa, ordenar clósets, reorganizar la cocina, por fin hacer una buena selección en la ropa blanca, nada podía fallar. Pero como siempre, cuando uno tiene todo organizado las estrellas se alinean para hacerte ver que no puedes controlar nada ¡me empezó a salir más trabajo que nunca! Y de esos trabajos que uno sabe que no puede decir que no porque implica quedarse fuera de los proyectos el resto del año.

¿Qué hago? No podía llevar a Amelia conmigo, era trabajo de universidad y de verdad que no existía mucha opción. Fue ahí cuando mágicamente empezaron a aparecer los de siempre, mi clan, mi tribu, que como un engranaje empiezan a funcionar para articular la solución para todo. Mi mamá, mi tía, tío, mis primas, todos empezaron a coordinarse para hacer turnos y cuidar de Amelia. Literalmente hubo un día en que una prima llegó temprano, la otra al almuerzo, en la tarde mi mamá y luego mi tía. Una a una se turnaban, cada cual con sus ritmos, sus formas y su amor por Amelia.


Me puse a pensar en lo raro que es esto de que las personas creen que crían a sus hijos a su manera. Esa sensación de que las cuatro paredes que conforman tu casa es una suerte de limite entre el mundo y ellos. Sinceramente creo que criar sola es imposible. Soy una afortunada, tengo mi tribu maravillosa que corren por Amelia. Tengo claro que no siempre es así, que muchas veces no existe esta red y que una situación como la que yo enfrentaba es mil veces más difícil para muchos. Estoy consiente que hay quienes de verdad no tienen con quien dejar a sus hijos para trabajar. Les prometo que no se trata de eso, se trata de entender que uno requiere de otros en la crianza, que es imposible hacerlo solo, que nadie lo hace solo y que hay que agradecer a quienes se involucran en esto.


Muchas veces he escuchado “yo a mi hij@ l@ crie solita” Señora: eso es imposible. A menos que tenga un pequeño clon que no ha compartido con nadie más en la vida, le aseguro que hay alguien más que interactuó para ayudarlo a crecer y a convertirse en quién es hoy, de lo contrario los hijos serían iguales a nosotros y bien sabemos que no es así. Un profesor, el señor del negocio de la esquina, los papás del amigo que frecuenta; nuestro repertorio conductual se nutre de cada interacción significativa, de cada persona que marca nuestras vidas y como papás tenemos que estar conscientes de ello.


¿Cómo resultó todo estas semanas? Bueno, les cuento que descubrí que mi mamá la llevaba al café de la esquina a comer chocolates, probablemente por eso le costaba tanto dormir en las noches. Mi prima le corría todos los horarios y bailaban sin parar, y mi tía la trataba como si fuera aún menor de lo que es… Aprendió varias groserías, comió muchos dulces, volvió a dormirse con mamadera y se desarmaron todos sus horarios ¡Fue maravilloso! Fue mágico, lleno de experiencias nuevas y mucho aprendizaje.


Sí, aprendizaje, no me volví loca, un par de chocolates más y unas cuantas groserías en su repertorio verbal jamás se compararán con lo que un niño aprende al interactuar con mundos diversos, al entender que pueden tener distintos ritos con cada persona de su familia e interactuar diferente con cada una de ellas. El mundo es diverso, mientras más gente se involucre en la crianza de nuestros hijos más habilidades tendrán y más sanos podrán llegar a ser.


Me explico. Un rasgo en psicología es una forma de actuar establecida ante distintas situaciones, hay rasgos de todos los estilos de personalidad. Cuando los rasgos se agrupan surge un estilo, en palabras simples una tendencia de personalidad más marcada. Cuando esto se rigidiza y afecta tu vida es un trastorno. Así, a mayor repertorio conductual, a mayor cantidad de rasgos de los distintos estilos de personalidad, más sanos somos. Si tenemos una personalidad menos rígida, hay menos tendencia al trastorno y por ende más eres más adaptable: como consecuencia eres más inteligente. Sí, porque después de mucho vagar buscando una definición de inteligencia, la psicología ha confluido en que ser inteligente es simplemente poder adaptarte mejor que los demás. Una persona es más brillante mientras más sepa actuar y reaccionar a distintas situaciones.


Hay una frase que en el sur es tomada casi como un halago “es muy buena persona, es igual en todas partes”. La verdad es que más que un halago es algo malo. Si ustedes conocen a alguien que es igual en todas partes, les informo que probablemente están ante una persona con un gran problema. Yo no puedo ser igual cuando estoy de fiesta con mis amigos que cuando estoy haciendo clases, no puedo ser igual con mi marido que con mis alumnos o tratar igual a Amelia que a mis hermanos. Sería una locura ¿verdad? Las personas somos diversas y nuestros hijos tienen que tener distintos repertorios conductuales para cada uno de los desafíos que les depara la vida.


Así, mientras más personas hay en la vida de nuestros hijos, más le enseñan, más repertorio conductual tienen, más se adaptan a distintas situaciones y -por ende- más inteligentes y sanos afectivamente lograrán ser.


No estoy diciendo que cualquier puede cuidar a nuestros niños, eso nunca. Pero sí les digo que hay que confiar en nuestra tribu y que la próxima vez que reclamen porque su suegra le da papas fritas, porque la tía lo dejó ver monitos o porque los primos le enseñaron groserías, recuerden que eso sólo los hace mejores, más sanos, felices y por sobre todo amados.


Doy gracias a la vida por poder criar a mi hija en una tribu como la que me ha tocado, tengo claro que es un privilegio y un regalo. Les deseo a ustedes lo mismo, que busquen su tribu, que dejen la falacia de criar solas y agradezcan cada muestra de amor que va a llevar a sus hijos a tener más herramientas para el fututo.


Fuente: Revista Súper Mamá

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