
La Segunda
11 may 2019
La psicóloga cuenta cómo han cambiado sus prejuicios sobre la TV y el aporte que hace a través de un programa de TVN.
La psicóloga cuenta cómo han cambiado sus prejuicios sobre la TV y el aporte que hace a través de un programa de TVN.
Cuando le preguntaban a Pamela Lagos en qué trabajaba, ella contestaba .que era psicóloga y que hacía clases en una universidad. Lagos —quien se hizo conocida en televisión por dar apoyo psicológico en el programa "La Jueza"— tenía miedo del prejuicio de sus colegas. Por eso, no le gustaba decir que, además, trabajaba en televisión.
Sus propios prejuicios también venían por ser la hermana del periodista Sergio Lagos. "Sergio se hizo muy, muy conocido en una época, que para mí fue emocionalmente intensa, porque yo tenía 17 años y mi papá había muerto recién", recuerda.
Pamela lleva 11 años en televisión, y hoy ya no tiene esos miedos, sino que cuenta orgullosa de su participación en el programa "Carmen Gloria Arroyo a tu servicio", en TVN, que además lidera en rating en las tardes.
—Durante estos 11 años en que has estado en televisión, ¿has tenido algún "chascarro" grande?
—Millones. Cuando recién entré, mi marido, que en ese tiempo era mi pololo, me dice "Parre, pide si pueden poner tu teléfono de la consulta en el GC (generador de caracteres)". Entonces, yo dándomelas que sabía mucho, le digo al director: "Podrías por favor poner mi teléfono de la consulta en el CG". Y él me mira y me dice: "¿Dónde? No sé lo que es eso". "El CG, no me acuerdo qué significa la sigla, pero me dijeron que tenía que decirte eso", le confesé (ríe). Y él se mató de la risa, y cachó que no sabía nada. Pero he ido aprendiendo de a poco.
—Y en ese aprendizaje, ¿le pedías consejos a tu hermano Sergio Lagos?
--Yo admiro muchísimo a Sergio en todo. Creo que es uno de los tipos más inteligentes que conozco, con un nivel empático súper bonito y con un nivel comunicacional increíble. Sin embargo, te tengo que confesar algo: él nunca me pescó. Porque a él le costó, y también a mi otro hermano, el hecho que la hermana chica también estuviera en TV.'Entonces, cuando les hablaba de esto, era como "sí, ya, está jugando un ratito, después se le va a pasar".
—¿También tenían el prejuicio de que una psicóloga no puede estar en TV?
—No, más que prejuicios, son tremendamente sobreprotectores. Y tenían todo este tema de que si te expones, la gente te critica. Ahora sí me da consejos, y está mucho más consciente de que crecí. Porque me casé, tuve una hija, y le vino esta cosa de que "ah, ya no es una niñita".
—¿Cómo te has llevado con la exposición?
—Me costó en un principio. Lo había vivido con mi hermano, la gente se acercaba y le hablaba, y a mí me daba mucho nervio. Sergio se hizo muy, muy conocido en una época, que para mí fue emocionalmente intensa, porque yo tenía 17 años y mi papá había muerto recién. Y tuve un cambio súper potente en algún minuto cuando empecé a salir en TV. Un día me para una señora, me acuerdo perfecto de su cara, y me dice: "Antes les pegaba a mis hijos y contigo aprendí que eso no se hace y no servía de nada". Eso, para mí, cambió todo. Pero también me acuerdo de que cuando recién partí, me preguntaban qué hacía, y yo decía "hago clases en la universidad". Y no contaba el resto.
—¿Dudabas de lo que estabas haciendo?
—Tenía miedo al prejuicio de mis colegas. Sé que todavía hay algunos que encuentran que salir en la tele no está bien, y que yo debería resguardar la psicología y tenerla dentro de mi consulta. Pero ya me da lo mismo.
—¿Se te hace muy difícil no vincularte con las historias y personas?
—Creo que es una quimera esto de no involucrarse. Es imposible. Pero sí, siempre está el poner al otro primero. Si tienes a alguien que está en una situación dolorosa y tú te pones a llorar con él, no lo vas a ayudar. Sin embargo, después sí hay un proceso. Me ha pasado, cuando se acaba un caso, que me voy al camarín y me lo lloro todo. Y llega Carmen Gloria (Arroyo) y nos abrazamos, y después nos secamos las lágrimas, nos maquillarnos y seguimos.
—¿Y te ha pasado que dices algo y después, cuando te vas para la casa, piensas "quizás debí haber dicho otra cosa"?
—Me pasa siempre. Más que decir "no debí haber dicho eso", me queda dando vueltas si esto va a estar bien, si hicimos lo correcto. Y ahí por suerte están los seguimientos que se hacen a cada caso. Y cuando eso pasa, llamo y pregunto y no me quedo tranquila hasta que me dicen "pasó esto y se resolvió bien".
—¿Cuáles son los temas de salud mental que más se repiten?
—La violencia, en todos los ámbitos. La violencia contra los niños es altísima en nuestro país. Alrededor del 80% de los niños alguna vez han sido vulnerados en sus derechos. Todavía hay gente que cree que pegarle una cachetada a un niño no es violencia, y creen que con eso van a aprender algo. La violencia contra la mujer también es tremendamente alta. Y creo que tiene mucho que ver con la historia de nuestro país. Tenemos un pasado tremendamente violento, no podemos negarlo. Sigue siendo muy validado, es muy poco juzgado. Eso se hereda. Creo que ese es el gran tema: la normalización de la violencia.
—También ha ido creciendo la sensación de que todos podemos juzgar y se ve en los arrestos ciudadanos.
—El ser humano que en algún minuto es agredido, tiene el instinto de agredir a otro, porque siente que la agresión es una forma de aprendizaje. Pero los golpes no enseñan nada más que a golpear. Fuente: La Segunda
